Quebradas del oriente de Santiago, como la Nido de Águila y muchas otras, en su estado original son corredores naturales de agua, sedimentos, especies de animales y plantas, y aire. Sin embargo, los efectos causados por una rápida y descuidada urbanización terminan por alterar completamente su funcionamiento y suprimir los valiosos servicios ecológicos que proveen.
Además, pese a que éstas también tienen un gran potencial para ofrecer funciones sociales como espacios de recreación, de contacto con la naturaleza, rutas para caminatas y paseos en bicicleta, actualmente las quebradas urbanas tienden a dominar en la percepción de la gente como fuente de malos olores, ratas y otros animales indeseables o como lugares peligrosos en términos de delincuencia y también de inundaciones.
Los cursos de agua urbanos son componentes claves del paisaje en Santiago. Ellos pueden prestar una cantidad desproporcionadamente alta de servicios ambientales por unidad de superficie y con ello ayudar a traer equilibrio a los procesos biofísicos y sociales que asegure la salud ambiental a largo plazo de nuestra ciudad. Quebradas, canales y ríos urbanos deben ser prioritarios a la hora de planificar medidas de protección y restauración ambiental en Santiago y otras ciudades chilenas.